¿Quién sos cuando nadie mira?

Está bastante extendida la idea de que nuestra verdadera naturaleza se revela cuando no hay nadie alrededor: nadie que juzgue, opine, remarque ni critique. Se suele decir que los períodos de soledad nos sirven para “encontrarnos a nosotros mismos”... pero, ¿encontrarnos a nosotros mismos? Suena redundante. Nos vemos todos los días al espejo, convivimos con nosotros mismos todo el tiempo. ¿Cómo podríamos “perdernos”? Nuestra conciencia está encarnada permanentemente en nuestro cuerpo. Por eso, odiarse a uno mismo puede ser tan peligroso.

Entonces, me pregunto: ¿somos en soledad o somos con otros? Porque nuestro comportamiento también se define por quienes nos rodean. Somos de determinada manera según con quién estemos. Entonces, ¿seremos una mezcla de ambos? ¿Dónde se traza la línea?

Además, hoy parece casi imposible encontrarse realmente *solo*. Y aunque no me gusta repetir siempre el mismo tema, estar constantemente conectados a las redes sociales sin duda nos confunde. Creemos que interactuamos: que si alguien nos da like le gustamos, o si nos sigue quiere formar un vínculo. Pero esas dinámicas son demasiado simples. Nuestro cerebro evolucionó para leer emociones en los rostros, en los tonos de voz, en los gestos. Incluso hay gente que se dedica exclusivamente a estudiar la comunicación corporal.

Es como si estuviésemos atrapados en un punto intermedio. Nuestro cerebro intenta interpretar esas interacciones, pero se queda corto, porque las herramientas que usamos como el celular o las redes sobre-simplifican lo que antes era complejo. Nos conectan y nos desconectan al mismo tiempo: no estamos realmente cara a cara con nadie, pero tampoco estamos del todo solos.

Y es como si ya no pudiésemos estar solos. Tendríamos que vivir a la lejanía, fuera de todo contacto humano, como si fuera un retiro espiritual, pero, ¿Qué pretendemos encontrar allí? ¿Paz, estabilidad, consciencia? ¿O es que queremos evitar el contacto para no sentirnos juzgados? ¿Cómo hace uno para reconocerse? Usualmente es un amigo o un familiar el que nos caracteriza, o así fue en mi experiencia. Me han dicho por muchos años que era "inteligente", y para mí fue un rasgo muy definitorio por ese período de tiempo, en especial porque se respaldaba en el secundario, donde me fue muy bien. Pero ahora el ámbito es distinto, estoy en la universidad y quizás no tengo las mejores notas del curso, y tampoco me entusiasman tanto, y cuando yo no soy la referencia del "más", me pierdo. Es como si por ser "menos inteligente que" soy "menos Mateo". Podría también atribuirse a un problema de espacio y decirse que no es mi carrera (que es algo en lo que estuve pensando mucho en estos días), pero, ¿Qué cambiaría eso en mí? o más vale, ¿Qué pretendo con cambiarme de carrera? ¿Qué si vuelvo a ser el más inteligente "recupero" mi identidad? Debe haber una cuestión más allá de todos estos parámetros.

De la misma conversación de la que escribí en la entrada anterior, volvimos a hablar hoy al mediodía respecto de la vida y a mi carrera en específico. Me parece que, abordando mis intereses de una forma más integral me entusiasmaría más, como si de alguna manera pudiera combinar todas esas disciplinas que me encantan en una carrera. No es una decisión fácil, pero todavía tengo tiempo. Quería recuperar de esto que hablábamos que, hay veces en las que tratamos de ponernos etiquetas, marcos, para poder dibujarnos y representarnos ante el resto. Las barreras entre el otro y el "yo" a veces pueden ser muy difusas, y tenemos que imaginarnos esas etiquetas para poder esbozarnos y no perdernos entre el todo. Es un buen ejercicio preguntar a los pares: Decime, ¿Quién soy? Quizás la respuesta no sea tan precisa como esperamos de un principio, pero esa retribución puede ser útil a la hora de aclarar un par de cosas cuando el panorama está turbulento.

Pero volviendo a la cuestión inicial, ¿Somos con otros o somos con uno? Porque averiguarse a uno mismo por su cuenta es un proceso tardado y que lleva tiempo de reflexión y calma, pero también averiguarse por otros es una marca imprecisa a la que recurrimos para saltearnos ese período. Quizás y no haya un método, que la experiencia nos lleve por donde quepamos mejor y sepamos anclarnos en una identidad específica. Me hace acordar a algo que dicen mucho las personas grandes: "Dejalo, no lo vas a poder cambiar ya" (refiriéndose a una persona adulta). Siempre me disgustó el asumir que porque una persona ya es "grande" no cambia más, ¡pero dan motivos, che! Son los comportamientos, los gestos, las opiniones, parece ser que cuando uno crece se estanca en lo que es y no puede ver más allá de eso. ¿Será que la solución a este problema de identidad es aferrarse a lo que se es hoy y no cambiar más? Me ha pasado de reconocer en mis familiares ciertos discursos que parecen un "speech", diálogos que en situaciones similares, saltan para referirse a uno mismo. "Yo aprendí a vivir el día a día"; "Soy sietemesino, nací apurado, qué se le va a hacer"; "No, a mí esas cosas no me gustan" (éste último no refiriéndose que no le gustaba, sino que porque era *ella* eso no le gustaba, como utilizándose en tercera persona). ¿Entonces la identidad es algo que se fija en un momento? No, no creo que sea así.

No somos la misma persona de hace un año, ni cinco ni mucho menos hace diez. Entonces la identidad se va transformando con la experiencia, con la vida. ¿Por qué entonces parece llegar un punto en el que esos cambios se van haciendo cada vez más pequeños? ¿Será que experiencias previas nos *limitan* para ser de otras formas, incluso si ser de otra manera le trajera más felicidad? En ese caso tendríamos que aprender a discernir entre lo que realmente experimentamos nosotros y por qué nuestro contexto actual puede ser distinto, para así poder "evolucionar".

Qué sabor feo que deja, ¿no? Nunca terminamos de definirnos, nunca acabamos (por más que lo evitemos) ese ciclo de renovación, de experiencia. Creo, así, que podemos aprender a fluir con la experiencia y estar preparados para lo que se viene, pero ojo, yo siempre digo: "No hay río sin piedras". No esperes fluir sin salir con un par de golpes de por medio. Y tal vez necesites mirarte al espejo, aislarte por un momento o charlar con amigos, pero tené en cuenta que todos estamos pasando por lo mismo, y que nadie tiene una solución universal. Tu experiencia es única y es tu deber experimentar y vivir la vida para saber quién sos, incluso cuando nadie mira.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Personas de Colores

El regreso de la autenticidad